B
|
ajo la luz de las estrellas una noche me encontraba. Con
mis ojos fijos hacia el cielo, como si fuesen un par de espejos. A la hermosa
luna llena admiraban reflejando su pálida luz plateada. Y al hacerlo mi mente
se perdía desvaneciéndose en el espacio, alucinada por esa luz que me llegaba
de tan lejos. La cálida brisa nocturna a manera de saludo mi piel acariciaba.
Con suavidad a mis oídos con voz de serpiente algo susurraba. Más mi alma en
ese momento fuera de mi cuerpo estaba. Por lo que imposible me era entender lo
que ella con seductiva y delirante voz me hablaba. Al parecer no veía que sobre
ella como humo mi alma flotaba. Cual ave nocturna que al llegar las sombras sus
alas abre. Moviéndose en la penumbra silenciosa emprende el viaje. Lejos, lejos
en la oscuridad de la noche me disponía yo ir. Pero cuando iba a partir, mi
nombre pronunciado por una mística voz
me pareció oír. Y volviendo más rápido que un destello, mi alma como humo
fosforescente atravesando mis ojos que eran como espejos líquidos, a mi cuerpo
entraba. Si esto fue verdad o no imposible de saberlo me es. Pues como un vapor
fulgurante, sobre el aire mi imaginación envuelta en una especie de embriaguez.
Como un fluido incandescente movido por el misterio de la noche espectral
alucinaba. Con extrañas formas y colores que sólo existen bajo el halo de la
noche. Como un rayo de plata líquida la brillante luz de la luna hace que
cualquier mente se trastoque. Distorsionando la realidad de cualquier ser
humano. Haciendo que cualquier intento de salir del mundo de lo irreal sea en
vano. Llevándome incluso al mundo de lo irracional donde nada es imposible.
Donde la locura es el rey, cuyo poder en estos dominios es indiscutible. Haciéndome
ir de las ilusiones de belleza y placer a los espejismos más oscuros y
terribles.
Ya
nuevamente dentro de mi cuerpo. Del cual me liberé aunque fuese sólo por un
momento. Traté de buscar esa voz que mi nombre repetía con tono fascinante e
intenso. Pero la noche era oscura y misteriosa, más su oscuridad excitaba mi
curiosidad. Y por extraño que parezca en medio de esa tenue oscuridad me sentía
en completa libertad. Era tenue porque con plateados y fulgurantes rayos la
luna débilmente todo iluminaba. Haciendo que todo bajo ella mágicamente
adquiriese cierta fluorescencia. Todo esto simplemente en mi alucinada mente
aumentaba mi demencia. Mi nombre nuevamente fue pronunciado al viento. Miré
hacia todos lados pero todo parecía estar desierto. Quien es dije, quien pronuncia
mi nombre para que sea llevado por el viento. Nadie respondió, en un instante
el silencio todo lo absorbió. Me irrité y dije, quien me llama, quien es que
entre las sombras habla. Y el silencio fue roto y una apagada, ronca y seca voz
que parecía venir de lejos dijo ven.
Me exalté y con ira grité, muéstrate quien eres y por qué me llamas. De pronto
la cálida brisa que me había acompañado todo ese tiempo cesó. Y en su lugar
quedó el silencio y todo a mi alrededor en un instante se enfrió. Un horrible escalofrío
seguido por el miedo de mi cuerpo se apoderó. Temblaba de miedo y en silencio
bajo la argentosa luz de la luna. El frío traspasando piel y carne torturaba
mis huesos sin piedad alguna. Poseído por el miedo y en silencio en medio de la
noche esperaba bajo la luna. Mientras el miedo con placer me inmovilizaba.
A mi mente
llegó lo que la brisa hace un instante decirme intentaba. Pero yo fuera de mi
cuerpo extasiado por el encanto de la noche su voz ignoraba. Cuidado, esta
noche no es como cualquier otra, en el aire hay algo especial. No se que es
pero, siento su oscuro y terrible poder espectral. Huye, huye lejos, vuelve a
tu lugar, la cálida brisa hace un momento decírmelo intentaba. Más ahora sus
palabras recordar no tiene caso. Pues hacia mi una extraña sombra se acerca con
suave y firme paso. Pero continuaba la noche y de miedo y en silencio seguía
temblando. Ah! pasé del miedo al horror pues por ese extraño ser mi nombre fue
pronunciado. Pero continuaba la noche y de miedo más ya no en silencio seguía
temblando. Temblaba de miedo, horror y espanto, en medio de las sombras
inmovilizado y ya no solo seguía temblando. La extraña sombra como si
disfrutara cada paso que daba hacia mi, seguía avanzando. Al estar tan cerca de
mi como para tocarla si estiraba la mano, se detuvo y fijamente se quedó
observando. Dentro de esta sombra que se asemejaba a una nube de gas negro e
informe, verse nada podía. Sólo dos luces rojas como metal incandescente, a
ratos entre esa masa de humo verse podía. Cual remolino que se forma de la nada
sobre el suelo del bosque levantando las hojas. Así comenzó a girar sobre si
misma esta nube amorfa, y en su centro danzaban
las dos luces rojas. Hasta que poco a poco comenzó a tomar forma,
lentamente se formó la figura de un animal. Un perro negro como el azabache más
puro, horrible y sin gracia, así era este ser infernal. Ante mi esta criatura
hasta cierto punto desdichada, con las luces rojas por ojos. Con agudeza como
si entrar en mi mente intentase, mis ojos comenzó a observar. Frente a frente
sus ojos con los míos se encontraban, mas los de él eran como soles rojos. Por
un tiempo que definir no se, inmóvil ante mi se encontraba este animal, como si
por un extraño poder mágico me intentase hipnotizar. De pronto en mi mente
escuche una voz espectral, de lejos parecía venir, mas dentro de mi la podía
oír. Al principio lo que decía no entendí, mas al cabo de un tiempo expandiendo
mi mente todo lo comprendí.
Sabes qué soy inútil mortal, sabes qué es este ser que
ante ti se presenta como un animal. Mírame y dime
si sabes quién o qué soy, háblame o acaso es que tienes miedo de hablar. O es que tienes miedo de recordar, recordar
la oscura voz que te habla al oído
suave y perversamente mientras duermes. La que
te rodea de sombras hasta en tus sueños mas inocentes. Mas por asombro que
por miedo al despertar de este transe del perro infernal de un salto retrocedí.
Durante toda mi vida en mi mente o con palabras hablar a un perro jamás oí. Nuevamente
con mi boca o con el pensamiento al perro pregunté. Mas preparado no estaba
para la respuesta que escuché. Con esas palabras asombrarme intentas, mas ya
miedo dentro de mi provocar no podrás. Un limite de miedo y horror mi alma y mi
mente poseen, así que pierdes tu tiempo horrible bestia infernal. Qué es lo que
quieres, por qué has venido hasta mi esta mágica noche envolviéndolo todo con
un aire fantasmal. He venido por ti estúpido
mortal, he venido por lo que guarda tu efímero cuerpo carnal. Deseo llevarme lo único que de ti puede
pasar al reino de lo inmortal. Para
llevarte mas allá de los limites de la tenue oscuridad del mundo inmaterial.
Atraparte para siempre en la oscuridad profunda al otro lado del reino
espiritual. Quien eres bestia infernal, por qué al éxtasis que esta mágica
noche me producía interrumpir te has atrevido. De donde vienes, dime cosa
inmunda, de qué oscuro y fétido lugar has venido. Soy lo que sale de tu alucinada mente en las noches en que tu
imaginación embriagada. Sueña con las delirantes y extrañas formas que la noche
ofrece extasiada. Soy la sombra que
se encuentra al límite de tus más sombríos sueños. La oscuridad que atrapada en lo más profundo de tu mente. Se fuga aprovechando que al alucinar en ella
quedan espacios vacíos. Por lo que a
través de ellos me escurro fuera de ti sigilosamente. Verme salir de ti nunca puedes porque sumido en tu éxtasis te
encuentras perdidamente. Una vez fuera de la prisión de tu subconsciente
desaparezco debido a mi naturaleza evanescente.
Como si fuesen trozos de
hielo que cortasen mi piel dejando expuesta mi carne al dolor. Así fueron las
palabras que este ser del inframundo me dijo provocándome sentimientos más allá
del terror. Infinito como la oscuridad que cubre la tierra durante las noches
sin luna, así era. El miedo indescriptible que al esas palabras escuchar, de
ellas mi alma se sintió prisionera. He
aquí que como si la respiración me faltase, sentí que de mi cuerpo la energía
vital se fugase. Cayendo al suelo boca arriba, inmóvil mi cuerpo sobre la
tierra del bosque yacía. Entonces como un depredador que reclama su presa, el
perro negro posó sus rojos ojos. Sobre los míos, observando con perverso placer
como de mi cuerpo la vida lentamente salía. Intenso como nunca antes el frió más aún
sentí, mientras sobre mi seguían posados los etéreos ojos. Ligero como una hoja que es
levantada por el viento, así me sentí. Más fue sólo por un instante que en este
apacible estado incorpóreo viví. Pues pronto rodeado por la oscuridad eterna me
vi. Ahora mi alma se desligaba de sus ataduras corpóreas y pasaba a la forma
evanescente. Y el perro negro sublimándose se trasformo en un vapor oscuro que
parecía exhalado de las profundidades de la noche silente. Ahora él y yo somos
uno, atrapados en la oscuridad eterna al otro lado del plano inmaterial. Describir
este lugar imposible me es para un habitante del mundo material. Sólo puedo
decirles que ni en sus más oscuras pesadillas lo podrán jamás imaginar. Un
espectro que mora en las lúgubres noches es lo que ahora soy. Una sombra
informe que teme a la luz, pues al verla se vuelve evanescente. Y atrapado en
este tétrico y perverso estado estaré por siempre.
si te gustó lo que leíste la mejor forma de agradecerme es compartir este enlace con tus amigos en las redes sociales
No hay comentarios:
Publicar un comentario