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l muchacho despertó sobre
saltado, estaba bañado en sudor, le costaba respirar y tenía el pulso
acelerado. Estaba desorientado, no recordaba nada, nada de lo que había hecho
antes de dormir. Sólo recordaba un profundo dolor, dolor de seguir viviendo, de continuar con la vida
que había llevado hasta ahora. Aún no tenía claro por qué no quería seguir
viviendo, pues lo tenía todo, una familia, dinero, amigos, o quizás no, no lo
tenía todo, sólo tenía dinero, dinero que no era suyo en realidad, era de sus
padres, unos padres que nunca le prestaron atención, que sólo se limitaban a
llenarlo de cosas materiales para reemplazar el afecto y la atención que nunca
le daban. Pero ahora ellos ya no estaban, habían muerto unos años atrás y lo
habían dejado solo y con todo el dinero y bienes que había acumulado durante
toda su vida. Pero no era la ausencia de sus padres lo que le causaba tanto
dolor, no era su muerte la causa de su sufrimiento. La causa de su dolor era
que se fueran y nunca le dijeran cuanto lo amaban, cuan importante era él para
ellos, nunca durante toda su vida escuchó salir de los labios de sus padres las
dos palabras por las cuales hubiese dado todo lo que tenía y lo que no tenía
también, todo por oírlos decir “te amo”. Pero no, nunca lo dijeron y ahora no
lo dirán. En cuanto a los amigos estos nunca lo fueron de verdad, sólo se
acercaban a él por su dinero, así que sobre ellos no había más nada que decir.
Así que en realidad nunca conoció la amistad, la verdadera amistad. En cuanto
al amor este siempre vino acompañado por el interés, de modo que el amor en su
vida sólo estuvo de paso dejándolo en compañía del interés. Ahora lo recordaba,
recordaba por qué no quería seguir viviendo. Porque sin amor no tiene sentido
vivir. Se sentó en la cama y miró hacía la ventana, era de noche y pensó que no
debía de haber dormido mucho porque todavía no había salido el sol, sin embargo
sentía como si hubiese despertado de un largo sueño, un sueño profundo. De
pronto sintió un escalofrío que invadió todos sus huesos, notó una presencia a
su lado, lentamente giró la cabeza y sus ojos lo vieron, al verlo sintió un
vacío que nacía en su estomago y ascendía hacia su pecho. Ahí estaba él, alto,
hermoso, de cabello negro y liso que le llegaba a la cintura, su piel era gris
como las nubes que anuncian la lluvia, sus labios brillantes parecían de plata
liquida, y sus ojos totalmente negros, lo que daba la impresión de no tener
ojos a no ser por el brillo que despedían cuando observaban al muchacho,
llevaba una túnica negra y estaba descalzo.
Su belleza era extraña pues era imposible saber si era él o ella, daba
la impresión de ser ambos. Extendió su mano derecha y la colocó sobre el hombro
del muchacho y le dijo:
___Al fin despiertas, te estaba esperando. Sus ojos
brillaban mientras decía estas palabras, eran como dos piedras de azabache
sobre las cuales danzaban destellos azules como los de una llama perfecta. Su
joven y hermoso rostro dibujó una extraña sonrisa, mezcla de amabilidad y
perversidad.
El muchacho estaba inmóvil
sentado sobre su cama, un sudor frío recorría todo su cuerpo y el vacío es su
estómago era cada vez mayor, sentía que su pecho se contraía y le costaba
respirar. Sin embargo no dejaba de ver a esa extraña figura parada frente a él,
sentía miedo como nunca antes lo había sentido, poco a poco este se iba
apoderando de cada célula de su cuerpo. El terror se hacía infinito en medio de
la oscuridad de su habitación, la única fuente de luz era el pálido resplandor
que emanaba la extraña figura parada frente a él, irradiaba una luz tenue y
fría como la de la luna, parecía una hermosa pieza de plata fosforescente. Esta
seguía sonriéndole de una manera extraña y sin dejar de observarlo, el tiempo
transcurría sin ningún sentido, como sino existiese. No supo cuanto tiempo duró
esta situación, sentía la boca seca, los labios fríos y la lengua inmóvil
dentro de su boca, las palabras se ahogaban en su garganta y se negaban a
salir. Hasta que al fin se armó de valor, ordenó a su lengua que se moviera y a
sus labios que se despegasen, después de un largo y agobiante esfuerzo logró
pronunciar dos palabras apenas audibles e inteligibles para el oído humano:
___ ¿Quién eres?, al hacerlo perdió el aliento y sintió
como si toda la energía de su cuerpo saliese con esas palabras a través de su
boca.
El extraño ser respondió con
una voz suave pero firme como la luz de la luna llena, profunda y penetrante
como la noche cuando está apunto de morir para dar paso al alba. Llegó a los
oídos del muchacho como un susurro parecido al sonido que produce el viento al
pasar a través de los árboles de un bosque en las noches cálidas.
___Sólo soy lo que soy y nada más, sin embargo me han
dado muchos nombres a lo largo de la historia. He sido odiado por muchos,
deseados por otros como tú y aceptado por unos pocos. La mayoría teme mi
llegada, hacen todo lo posible por retrasarla, mas al final todos terminan
frete a mi, muchos llenos de miedo y pocos llenos de paz. Sólo soy un
mensajero, un guía que los llevará hacia el camino que deben recorrer, el
camino que se inicia después de que han abandonado su forma corpórea. Veo que
mis palabras te suenan extrañas, toma mi mano y déjame mostrarte el mensaje que
he traído para ti.
Le extendió su mano al
muchacho, este vaciló un momento pues aún no se recuperaba de la impresión de
oír a esta figura fulgurante que hablaba con una voz clara pero que parecía
venir de lejos. Después de un rato decidió tomar la mano gris que se tendía
frente a él. Al hacerlo sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, desde
el cuello hasta los talones. La mano era fría, pero suave como el algodón y
lisa como la seda, se puso de pie y por primera voz notó lo alto que era el
compañero que ahora lo sujetaba con firmeza, parecía medir más de dos metros y
ahora que estaba de pie junto a él notaba que sus pies no tocaban el suelo,
flotaban a unos pocos centímetros de este, su túnica parecía estar hecha de
humo negro y se movía con mucha gracia como si el viento la moviese suavemente.
Soltó la mano del muchacho y lo sujeto
por los hombros, con un movimiento de la cabeza le indicó que mirara detrás de
él, lo soltó y entonces el muchacho se dio vuelta y vio algo que lo dejó
impresionado, sobre la cama estaba él aparentemente dormido. Esta imagen lo
confundió mucho, estaba viéndose a si mismo acostado en su propia cama, se
acercó lentamente a su otro yo y trató de tocarlo, pero entonces sucedió algo
que él no esperaba, al colocar su mano sobre la cara del que estaba sobre la
cama, esta lo traspasó como si se tratase de unan imagen proyectaba sobre las
sabanas. Intentó tocarlo con ambas manos nuevamente sobre el pecho, el
estomago, las piernas, pero siempre era lo mismo. Se giró hacia la figura
fosforescente con la boca abierta y el rostro lleno de sorpresa y confusión, la
figura interpretando su gesto le indicó con las manos que viese hacia la mesa
junto a la cama, se giro nuevamente y sus ojos se posaron sobre un vaso que
contenía una pequeña cantidad de un liquido blanco, junto a este había un
frasco destapado de veneno para ratas. Como si fuesen un montón de ladrillos
que caían dentro de su cabeza los recuerdos llegaron trayéndole la verdad de lo
que había sucedido aquella noche. Cayó al suelo de rodillas, lleno de miedo y
desesperación, las lágrimas salían de sus ojos con mucha rapidez, se sentía
vacío y el miedo era cada vez mayor. El muchacho estaba de rodillas sobre el
piso presa del miedo y la desesperación y frente a él estaba el ángel de la
muerte mirándolo fijamente.
___Mi presencia siempre causa este
tipo de reacciones en las personas incluso en las que me llaman como lo hiciste
tú. Dijo el ángel de la muerte. Llora todo lo que quieras aunque déjame
aclararte que lo que sale de tus ojos no son lágrimas, es más ni siquiera
tienes ojos, no tienes cuerpo. No eres nada ahora, crees que lloras porque aun
crees que tienes cuerpo, lo que crees que sale de tus ojos es sólo el recuerdo
de lo que en tu vida sobre la tierra conociste como lágrimas, los sentimientos
y sensaciones que experimentas ahora son producto de la confusión que tu alma
siente ahora que está libre, se siente desnuda e indefensa ahora que no tiene
un cuerpo en donde residir. Por eso no pudiste tocar tu propio cuerpo sobre la
cama, porque ahora no eres nada, ya no eres materia. Eres energía y la energía
atraviesa el tiempo y el espacio sin que nada pueda detenerla. El ángel de la
muerte se acercó al muchacho y pasó su mano sobre su cabeza y acarició su
mejilla, lo ayudó a ponerse de pie y le dijo: esta noche tú has decidido poner
fin a la vida que se te dio sobre la tierra, cuanto tiempo llevas muerto no
tiene sentido que me lo preguntes porque para los muertos no existe el tiempo,
los muertos no tienen lugar ni tiempo sobre la tierra. He venido para llevarte
conmigo y mostrarte el camino que debes seguir, a dónde te llevará ese camino
no me está permitido decírtelo. Ahora toma mi mano y sígueme.
El muchacho secó sus
lágrimas con sus manos, no entendía eso de que no estaba llorando, de que esas
no eran lágrimas, de que no tenía cuerpo, de que ahora no era nada. Mentira,
podía sentir sus manos y sus mejillas húmedas, podía ver sus manos, sus pies,
podía ver todo su cuerpo, incluso podía sentir el aire frío que entraba por la
ventana. Sentía miedo, claro que sentía miedo, pero ahora lo recordaba todo. Llevaba
meses pensando en suicidarse, no soportaba más la vida que tenía, no soportaba
más la soledad que lo rodeaba, no soportaba más no ser amado, desde niño lo
único que había querido era recibir un poco de amor, pero al parecer a él le
estaba negado. Entonces una vida sin amor no tiene sentido vivirla, así que lo
decidió, esa noche pondría fin a su vida, no esperaría más a que el amor
llegara y ya no tenía ganas de seguir buscándolo. Al principio pensó en
escribir una nota explicando los motivos que lo llevaron a suicidarse, pero
luego cayó en cuenta de lo absurdo que sería hacerlo, a nadie le importaba su
vida, así que nadie iba a leerla, quizás sólo la leyeran los policías, pero a
ellos no les importa nadie, así que no valía la pena dejarles por escrito por
qué se suicidaba. Luego pensó cómo moriría, había muchas formas de hacerlo unas
más dolorosas que otras, pero ese era el punto, en su vida sólo había existido
dolor, así que no había mejor forma de morir que a través del camino del dolor,
que mejor forma de abandonar este mundo que en compañía de lo único que
realmente había tenido, porque sí, su dolor era suyo y de nadie más, sólo él lo
sentía y sólo él sabía su origen, todo lo demás había sido superficial,
circunstancial, frívolo, irreal. Se sentía nada, menos que un insecto, pensó
que podría usar para envenenarse y al final se dio cuenta que la respuesta
estaba justo en frente de él. Desde niño había visto como morían las ratas
cuando comían alimentos que contenían
veneno, había visto como morían victimas del dolor y la desesperación. Qué
mejor forma de morir que esa pensó, “qué mejor forma de terminar la vida de un
miserable como yo que hacerlo al igual que un ser tan miserable como una rata”.
No lo pensó más, al caer la noche tomó un vaso con agua y vació casi todo el
veneno para ratas que había en el frasco, se quitó la ropa y se quedó
totalmente desnudo. “Sin nada vine a este mundo, nada tuve en esta vida y nada
me llevaré”, se dijo a si mismo. Tomó el vaso con el veneno y se lo tomó lo más
rápido que pudo, apenas hubo puesto el vaso sobre la mesa comenzó a sentir un
fuerte dolor, sentía que se quemaba por dentro, que su estomago, su garganta y
todo dentro de él se disolvía, como si hubiese ingerido ácido. Dolor, mucho
dolor y luego nada. Despertó, era de noche y frente a él estaba el ángel de la
muerte, a su lado sobre la cama y en forma grotesca estaba un cuerpo desnudo, convulsionado y con
muestras de haberse retorcido de dolor hasta morir. Ahora se veía a si mismo
desnudo frente al ángel de la muerte.
___Ahora sígueme, ya no
puedes quedarte aquí, ya no perteneces a la tierra, tu tiempo de irte no era este, mas tú has decidido marcharte
esta noche. Ahora afronta el camino que has elegido. Dijo el ángel de la muerte
con su voz característica.
Estas palabras aumentaron su
miedo, pero de pronto sintió ganas de reírse de si mismo, tenía miedo de irse
con el ángel de la muerte, era absurdo, él había decidido acabar con su vida,
entonces por qué tenía miedo. La respuesta llegó más rápido de lo que esperaba,
cuando pensó en morir lo hizo creyendo que después de la muerte no había nada
más, que morir sería como un sueño del cual no se despierta jamás, nunca
imaginó la situación en la que se encontraba ahora. La muerte implica seguir un
camino pero, ¿a dónde…?
___Y…qué pasa si no quiero ir
contigo, qué pasa si decido quedarme, ¿qué vas a obligarme a ir contigo? Dijo
el muchacho en tono desafiante, que en realidad disfrazaba su miedo.
___No, no voy a obligarte a
ir conmigo, si decides quedarte es tu elección al igual que lo fue morir. Dijo
el ángel de la muerte. Pero déjame advertirte algo, si te quedas las cosas no
serán como tú estas pensando, recuerda que ya no eres materia, como te dije ya
no eres nada, ya no perteneces al plano terrenal y por lo tanto no verás al
mundo tal cual es, lo verás como lo recuerdas, verás lo que quieres ver,
crearás tu propio mundo y permanecerás en él. Con el tiempo tu memoria irá
desvaneciéndose hasta que ya no recuerdes quien eres ni que haces aquí. Te
convertirás en una patética forma de vida, pues te recuerdo que la vida no
termina cuando el cuerpo muere, simplemente cambia de forma. Cómo crees que se
forman los fantasmas, son almas que al igual que tú deciden quedarse y no
seguir su camino, se quedan aquí amontonadas como gusanos hasta que se den
cuenta de que deben marcharse, pero mientras más tiempo pasen aquí más difícil
es que lo hagan. Ahora te pregunto, ¿es eso en
lo que quieres convertirte?
___Claro que no, pero
entiende esto no es lo que yo esperaba, tengo miedo. A dónde debo ir. Dime algo.
Gritó el muchacho con todas sus fuerzas.
___Lo que hiciste fue un
acto muy grave, acabaste con el regalo que te habían dado. Dijo el ángel de la
muerte mirando al muchacho fijamente a los ojos, su rostro expresaba una
seriedad absoluta y el brillo azul de sus ojos se había apagado, ahora eran
simplemente dos piedras negras. Ahora déjame hacerte una pregunta, dijo
nuevamente el ángel.
___Qué quieres, dijo el
muchacho, en cuya voz la ira aparente había desaparecido para dejar al miedo al
descubierto.
___Bien sólo contesta lo
siguiente:
___ ¿Fuiste egoísta y sólo
pensaste en ti durante toda tu vida?
___No, claro que no. Cómo te
atreves a decir eso. Siempre fui un incomprendido, nunca recibí la atención y
el cariño que merecía. Dijo el muchacho con una voz que demostraba ira
verdadera y de la que el miedo poco a poco iba desapareciendo.
___Mientes, gritó el ángel
de la muerte, esta vez su rostro demostraba una mezcla de ira y perversidad,
sus ojos habían comenzado a brillar nuevamente pero esta vez las luces que
danzaban en ellos eran rojas como metal incandescente. Alargó su mano derecha y
con su dedo índice tocó al muchacho en la frente. De pronto frente a él
aparecieron todos los momentos en los que no hacía nada más que quejarse de sus
problemas, sin darse cuenta que las demás personas a su alrededor también
sufrían, pero él ciego en su egoísmo sólo veía sus problemas sin percatarse de
los demás. Eso fue como hacer un viaje en el tiempo y ver su vida como si fuese
una película. Cuando el ángel de la muerte quitó el dedo de su frente notó que
el ambiente había cambiado, hacía un
frío intenso y el rostro del ángel demostraba más perversidad que nunca.
___Fuiste cruel, sádico,
abusaste de los débiles sólo por diversión, preguntó el ángel de la muerte.
___No, cómo puedes decir
eso, yo siempre fui la victima, siempre me lastimaron, nunca me comprendieron,
dijo el muchacho.
___Mientes, dijo el ángel y
volvió a tocar su frente con el dedo. Entonces aparecieron todas las veces en que
él humillaba a las personas que él consideraba inferiores sólo porque tenían
menos dinero que él. Mientras sentía placer al verlas sufrir.
El muchacho temblaba de frío
y el resplandor del ángel ya no era como el de la luna llena, sino que era rojo
como cuando la luna se encuentra en un eclipse.
___No amaste a nadie en toda
tu vida, no pensaste en nadie más excepto en ti mismo, no diste amor a los
demás y cuando alguien se acercaba a ti para darte amor tú lo despreciabas.
Dijo el ángel.
___Amor, nunca recibí amor
en toda mi vida, eso era lo único que pedía y jamás lo recibí. Dijo el muchacho
con lágrimas en los ojos.
___Mientes, nuevamente el
ángel le mostró su vida y el muchacho vio como personas se habían acercado a él
para darle amor, pero él simplemente los depreció. Porque el amor que le
ofrecían no era digno de él.
El muchacho lloraba como
nunca, acababa de ver lo ciego que había sido, lo estúpido que fue al
suicidarse en vez de abrir los ojos y ver la realidad tal cual era y no la que
él se había inventado. Miró al ángel de la muerte y le preguntó que podía hacer.
Entonces el ángel respondió:
___Fuiste egoísta.
___Sí.
___Fuiste cruel.
___Sí.
___No conociste el amor.
___No.
___Viste sólo lo que querías
ver y creíste sólo lo que querías creer. Preguntó el ángel.
___Sí.
___Ahora ya estás listo para
irte, te perdonas a ti mismo por todo lo que hiciste y por todo lo que dejaste
de hacer, dijo el ángel.
___Sí.
El ángel de la muerte colocó sus manos sobre las mejillas del muchacho y con sus labios de
plata líquida beso su frente, al hacerlo el frío que sentía comenzó a
desaparecer, sintió cómo si lo halaran fuertemente por el estómago hacia su
cuerpo, vio como entraba nuevamente a su cuerpo.
El dolor era intenso, sentía
que su cuerpo se estremecía, temblaba de dolor convulsionando a causa del
veneno, poco a poco iba dejando de respirar, cada vez le era más difícil. De
pronto todo se puso negro, el dolor se hizo insoportable, el muchacho estaba
muriendo, ya no podía respirar, el veneno había cumplido su cometido. De pronto
el dolor cesó, ya no sintió nada más. Luego sentía que flotaba y una paz que no
había sentido nunca lo invadía. La oscuridad desapareció y la luz lo iluminó
todo.
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