He de aclarar que todo
este asunto de la necesidad de adoración es cierto, los dioses sólo podemos
existir si somos recordados, si estamos presentes en los pensamientos del
hombre. De lo contrario caemos en el olvido y dejamos de existir. Cosa de la
cual ya han sido victima la mayoría de nosotros, incluyendo a esta triste
entidad que hoy habla con la intención de revivir pedazos de su memoria, y de
no desvanecerme sin antes luchar. Hay eventos sobre el origen de las cosas que
ya no recuerdo, como de dónde surgió la necesidad de los dioses por la sangre
humana, la verdad ya mi memoria devastada es incapaz de recordarlo, pero sí de
algo estoy seguro es que esto no es necesario para nuestra supervivencia, pero
si forma parte un placer del que nada más recuerdo el gusto, así que no puedo
explicar el origen de los sacrificios, sólo vienen a mí momentos de placer
infinito y de gozo sin medida. Recuerdos, vagos recuerdos y nada más,
experiencias de glorias pasadas, momentos gloriosos de días idos, es lo único
queda al final. Nuevamente me pierdo entre los muros caídos del laberinto de mi
memoria, y me desvío de mi objetivo, pero si a la final mi intención es revivir
fragmentos de mí entonces no estoy desviado de mi camino. Recuerdo ahora que
esta no es la primera vez que estuvimos amenazados por ser olvidados, aunque
ahora si es la definitiva, de esta no escaparemos. Hace mucho tiempo serpiente
emplumada tomó una serie de decisiones y desató una cadena de acciones que
amenazaron con fuerza nuestra posición en el mundo. No recuerdo toda la
historia, pero al menos creo poder contar lo suficiente para que mi relato sea
coherente.
Las serpientes aunque eran gemelas tenían características
diferentes, una era oscura y poseedora de secretos como la noche, la otra
luminosa y llena de gracia como el día. La serpiente negra gustaba de
arrastrarse entre las sombras, y penetrar en los secretos del corazón del
hombre. Serpiente emplumada o serpiente verdiazul como también se llamaba volaba
por el cielo, deteniéndose a compartir con el hombre la sabiduría del universo.
En
su amor por su creación, les enseñó el arte y la ciencia de la vida, les mostró
como construir una ciudad gloriosa, y es así como bajo las ordenes de su señor
serpiente emplumada los hombres construyeron la ciudad dorada, una ciudad
hermosa de edificios de mármol con techos de oro, calles empedradas
multicolores, maravillosos jardines y relucientes plazas, refrescantes
estanques que reflejan la belleza que les rodea. La primera ciudad construida
por el hombre siguiendo un diseño divino. Pero aún así él sentía que el hombre
no debería ser un sirviente de los dioses, sin voluntad y sometido a sus
caprichos.
Por
esto una noche tomó una decisión, voló hasta el árbol del conocimiento en lo
profundo de la selva, con su boca arranco una flor de cada color y voló de
regreso a la ciudad de los techos de oro, y mientras sus habitantes dormían
esparció los pétalos de las flores sobre ellos. El sol salió como todos los días, pero al
despertar los hombres sintieron que había algo diferente en ellos, sus ojos se
abrieron y fue como si observaran el mundo por primera vez después de estar
bajo un largo y profundo sueño. Algo en sus mentes había cambiado, ellos no
sabían qué, pero ahora conocían la diferencia de las cosas, pensaban por sí
mismos, y ya no seguían órdenes sin cuestionarlas.
A
partir de ese día los hombres comenzaron a cuestionar los designios de los
dioses, y no es que en sus corazones fuesen malagradecidos, o que su mente
estuviera plagada de ingratitud, pero ahora tenían la capacidad de razonar
gracias a la decisión de serpiente emplumada. Los dioses no entendíamos que
pasaba, nos sentíamos desconcertados, pues el acto que dio el conocimiento al
hombre había sido cometido en secreto oculto en la oscuridad de la noche, sólo
yo como guardián de los árboles sagrados había visto a serpiente emplumada
tomar las flores aquella noche, pero ignoraba que había hecho con ellas. Pero
alguien más presenció los actos nocturnos que causaban descontento entre
nosotros. Serpiente negra siempre oculta, sumergida entre su propia envidia y
fetidez, había seguido a su hermano y había visto como había otorgado el
conocimiento al hombre. Así que siguiendo la perversidad que guía sus actos,
delató a serpiente verdiazul ante los dioses. Tal fue la irá que se desató
entre nosotros por ese acto de traición que en conjunto decidimos expulsar a
serpiente emplumada de la morada de los dioses, y prohibirle para siempre que
volviera a habitar entre nosotros, pues está prohibido que el hombre toque
parte alguna de los árboles sagrados. Como castigo enviamos una sequía que
causara estragos y hambruna en la ciudad. Sin embargo las cosas no resultaron
como se esperaba, en vez de irse al exilio, serpiente verdiazul decidió irse a
vivir entre los hombres como uno de ellos, y con su poder hizo llover
arrebatando a la humanidad de las garras del hambre. Y en nuestras mentes
resonó el horror de una idea que acabó por torturarnos por todo la eternidad,
entre nosotros y a una sola voz se oía el siguiente mensaje: vean que el hombre
se ha vuelto como uno de nosotros pues se ha hecho con el conocimiento y la
razón, no vaya ahora a tocar el árbol de la vida eterna porque vivirá para
siempre.
Llegó
a la ciudad caminando con la apariencia de un hombre joven y hermoso, los que
lo veían pasar quedaban embriagados al ver ante ellos, a un hombre que caminaba
en su desnudez con gracias y belleza, todos se rendían a los pies del aquel
joven que caminaba con paso suave pero firme entre la multitud. Se dirigió al
palacio del rey, pasó entre los guardias sin ser detenido y al encontrarse
frente a él, el rey que estaba sentado en su trono dorado, adornado con oro y
vestido de escarlata, llevando la tela púrpura sobre sus hombros, cayó de
rodillas y dijo:
____ Quién eres tú que
entras en mi palacio sin ser invitado, te presentas ante mi sin ser detenido si
quiera por mis fieles guardias, y haces que todos quedemos rendidos a tus pies victimas de tu belleza y encanto.
____ Soy aquel que
desde las alturas siempre desciende entre ustedes para enseñarles el arte y la
ciencia de la naturaleza, soy quien les dio el maíz que alimenta sus cuerpos, soy quien pintó su piel con cacao, soy uno de los que les dio palabras de vida a tus ancestros en el amanecer de
los tiempos. Serpiente emplumada hablaba con voz suave, sus palabras parecían
tener una especie de melodía que hipnotizaba a todos y los hacía quedar en una
especie de trance.
____ Eres tú mi señor
serpiente emplumada quien me hablas, dijo el rey en una especie éxtasis que se
había apoderado de todo su ser. Pero cómo es posible que seas tú, si ante mi
sólo tengo el cuerpo desnudo de un joven que irradia belleza.
____ Tranquilo mi amado
rey, este que ves frente a ti soy yo tu señor serpiente emplumada, que en muestra
de mi amor por el hombre he decidido venir a vivir como uno de ustedes.
El rey quitando la purpura de sus hombros, la colocó a
los pies de su señor, inclinó su cabeza, besó sus pies y dijo:
____ Si ahora eres un
hombre como nosotros, entonces debes ser tú el rey y no yo. Coloco la purpura a
tus pies porque no soy digno de colocarla sobre tus hombros, y mucho menos
verte directo a los ojos.
____ Si es tu deseo que
yo sea su rey así será, de ahora en adelante yo reinaré en esta ciudad, y
mientras sea su rey no habrá dolor ni pena en el corazón del hombre. He venido
a vivir entre ustedes para dar a sus vidas dicha y felicidad. Dijo serpiente
emplumada, luego tomó al rey de los brazos y lo puso de pie.
____ Tu belleza no
tiene comparación con la ningún hombre que haya caminado antes sobre la tierra.
Dijo el rey aún aturdido por el éxtasis estar frente a un dios.
____ En eso no te
equivocas mi amado hermano, así te llamo porque de ahora en adelante viviré
como uno de ustedes. Pero que aquello que ves no deslumbre tus sentidos y nuble
tu mente. Lo importante no es lo que ves frente a ti, sino lo que he venido a
hacer por el bien de todos. Dijo aquel hombre al que sólo una tela púrpura
sobre sus hombros cubría su cuerpo.
A partir de ese
día el nuevo rey comenzó a cambiar las cosas en la ciudad dorada, primero les
dijo a sus habitantes que todos eran iguales, que ninguno debía elevarse por
encima de otro. Pues todos están hechos de los mismos granos de maíz, y que
como tal salieron de la misma tierra, que dio origen a todo lo que ahora les
rodea. Luego estableció que aunque el hombre era producto de los dioses, pues
él mismo había los había creado junto a su hermano serpiente negra, el hombre
no era un sirviente de los dioses, ni tenía que alimentarlos con su sangre. Así
que prohibió los sacrificios humanos.
Esto causo un
enojo aún mayor del que ya sentíamos hacia la serpiente emplumada. Ya no solo
había liberado al hombre de nuestras ataduras, ahora lo había vuelto en nuestra
contra y había prohibido lo que constituía nuestro principal placer. Es aquí
donde debo hacer un capítulo aparte y contar como eran las cosas antes de que
todo cambiara. Como ya he dicho la necesidad de los dioses por sangre humana
eras más por placer y satisfacción que por supervivencia. En la ciudad dorada
existía una pirámide escalonada de mármol blanco, y en lo alto de esta pirámide
había un altar de sacrificios, en el cual los primeros siete días de cada mes
los sacerdotes sacrificaban a cuarenta y nueve hombres jóvenes y fuertes. Siete
jóvenes por día, eran acostados en la piedra de los sacrificios, una vez allí
con sus cuerpos limpios y desnudos, eran sujetados por las piernas y brazos,
mientras el sacerdote tomaba un cuchillo de obsidiana y lo insertaba en su
pecho con tal velocidad y destreza que extraía sus corazones mientras estos aún
latían goteando sangre, la pobre victima podía ver su corazón alzado latiendo
en manos de su verdugo segundos antes de que decapitaran su cabeza, y la
arrojaran por los escalones de la pirámide. Estos días durante los cuales el
mármol se teñía de rojo por la sangre derramada, eran los más felices para
nosotros. Aún recuerdo ver a serpiente negra flotar entre los humos de incienso
que desprendía el incensario que contenía las brazas en las que se quemaba el
corazón recién extraído. Flotaba entre el humo y entonaba el siguiente coro una
y otra vez:
Quemada por la sed, la garganta arde,
Un sorbo de agua fría, el dolor puede que calme,
Pero es mejor, de la tibia sangre el sabor,
Que refresca cuerpo y espíritu, afinando la voz.
Bajo
el reinado del dios hecho hombre la ciudad dorada prosperó, aumento su tamaño y
belleza como ninguna otra ciudad en la historia del hombre podrá ostentar de
nuevo. Todo marchaba bien en la tierra, un periodo de paz había llegado con el
nuevo rey serpiente emplumada, quien a pesar de tener forma humana aún
conservaba sus poderes divinos, por lo cual a pesar de los siglos seguía conservando
su juventud y fortaleza, no envejecía ni enfermaba, el tiempo no marchitaba su
hermoso cuerpo. Pero con el paso de los años comprendió que no era bueno
permanecer entre los hombres para siempre, que debía dejarlos seguir su camino.
Por lo que decidió dejar de beber el elixir de la vida eterna y envejecer con
un hombre común, y dejar que los años destruyeran el cuerpo que durante siglos
había sido objeto de admiración.
Para
mantenerse joven y vivir para siempre bajo su apariencia humana, serpiente verdiazul
bebía una vez al año el néctar de las flores del árbol de la vida, pero está
prohibido que el hombre toque aunque sea la corteza de los árboles sagrados. Incuso
él siendo un dios no podía tocar el árbol mientras estuviera en el cuerpo de un
hombre. Así que serpiente emplumada debía pedir a los elementales del boque y
de la selva que le dieran el néctar de las flores amarillas. Algo que a pesar
del profundo rencor que sentíamos hacía él debíamos hacer, pues como dioses
guardianes de la naturaleza estamos obligados a servir a aquellos que moran en
el cielo, y aunque tuviera apariencia humana y se encontrara expulsado del
cielo, serpiente emplumada seguía siendo un dios, y nosotros debíamos servirle.
Mucho
tiempo estuvimos los dioses molestos por la prohibición de los sacrificios
humanos, el ser privados del sabor de la sangre era algo similar al que siente
un hombre si se le priva de placer de degustar un buen vino. Es algo
inexplicable, pero, como olvidar ese sabor, ese olor que despide mientras aún
esta tibia y fluida, esa sensación viscosa que produce en la boca al beberla,
simplemente revitalizante. Indescriptible este placer me es, incomparable más
aún, irrepetible ahora era, debido a serpiente emplumada que envuelta en su
estupidez, al hombre guiado por un amor insensato intentó proteger.
Nada
podíamos hacer, ahora él vivía ente ellos y ya no eran fáciles de manipular.
Ninguno de nosotros era tan fuerte como para destruirlo. Largo tiempo estuvimos
planeando la forma de apartarlo de la mente de los hombres, sin obtener
resultado satisfactorio alguno, frustrados nos entregamos al fracaso, y a
nuestro placer renunciamos para siempre. Hasta que sucedió algo que no esperábamos,
y es que no existen fuerzas más destructivas en el universo como la envidia, el
odio o el rencor. Y si hay alguien entre todos los dioses que puede acumular
dentro de sí tales fuerzas, ese es serpiente negra, el humo negro que todo lo
envuelve y que en los corazones oscuros penetra. Dueño de secretos, tramador de
engaños, maestro de mañas y vicios. Hablar de él me hace recordar un poema que
en los tiempos posteriores a la caída de la ciudad dorada, un poeta que en su
juventud había visto a serpiente emplumada caminar como hombre sobre la tierra,
compuso para recordar el trágico momento en el que la tragedia descendió sobre
los hombres, y los años de oscuridad se abalanzaron sobre ellos cubriéndolos
con un manto de pena y dolor. Si no recuerdo mal los versos iban de esta forma:
Desde la oscura y húmeda selva,
Una serpiente negra se arrastra,
Entre barro y hojas muertas,
La podredumbre y la fetidez le sacian.
Negra la piel, negra la faz,
Oscuro el corazón, la mente perspicaz,
Mentira y falsedad, la lengua sesea,
Envidia y rencor, de los colmillos
gotean.
Silbando, silbando, la serpiente se va
arrastrando,
A través de las llanuras, subiendo las
montañas,
El valle observa ambiciosa, por las
rocas va bajando,
Quien se cruza en su camino, cae presa
de sus mañas.
El humo negro llega a la ciudad dorada,
Penetrando corazones, corrompiendo
almas,
El señor oscuro, con la venganza
planeada,
Escupe el veneno que emponzoña las
aguas.
Una cosa la perversa serpiente desea,
Arrojar del trono a la serpiente emplumada,
Atrapar a todos en la oscuridad eterna,
A la ciudad dorada dejar devastada.
La
serpiente gemela humo negro, odiaba y envidiaba tanto a su hermano humo blanco,
que era lógico suponer que él planeaba la forma de destruir todo lo que éste
había construido. Pues su corazón anhelaba más que ninguna otra cosa volver a
flotar entre humos de inciensos y deleitarse con el sabor de la sangre humana.
Así que halló la manera de hacer que serpiente emplumada se apartara de los
hombres para siempre y que estos volvieran a nosotros como siempre había sido,
y como siempre habría de ser.
Cada
mañana el rey salía a la plaza central de la ciudad y desde allí saludaba y
escuchaba a todos aquellos que quisieran hablar con él. Ya se había vuelto
costumbre que cuando caminaba por la ciudad las personas arrojaran pétalos de
flores delante de él para que sus pies no tocaran el suelo. También era
costumbre que las personas al verlo pasar llevando sólo la tela púrpura sobre
sus hombros, perfumaran sus pies, brazos y manos con aceites esenciales. Él se
sentía un poco incomodo con este trato pero sabía que era una forma en que las
personas le expresaban su amor y gratitud.
De
esto se valió su oscuro hermano para llevar a cabo la venganza de la que todos
fuimos cómplices. Sabiendo que los hombres tenían prohibido tocar cualquier
parte de los árboles sagrados tramó engañar a serpiente emplumada para que éste
bajo su apariencia humana tocara las flores del árbol de la vida. Para ello nosotros los guardianes le
entregamos flores amarillas en abundancia para que ejecutara su tenebroso plan.
Usando artes oscuras cambió su apariencia para no ser reconocido y se
transformó en una serpiente blanca de ojos dorados, se acercó a los límites de
la ciudad y observó que unos niños jugaban cerca del rio. Cauteloso se aproximo
a ellos para no asustarlos, y cuando estuvo a poca distancia de ellos colocó
las flores en el suelo y los llamó dando silbidos al aire.
_____
Mis dulces niños acérquense a mí, hermosas flores he traído para ustedes hoy, para
perfumar sus bellas figuras. Dijo la serpiente embustera
_____
Quién eres. Preguntaron los niños algo asustados.
_____
No teman, no les haré daño mis hermosos niños, mis lindas criaturas, deseo
alegrar su día, endulzar sus deliciosos cuerpos, vengan, jugosas y dulces frutas les ofrezco.
respondió la serpiente mañosa. Vengo a
traerles regalos, y con su cabeza empujó las flores hacia ellos, e hizo
aparecer las frutas más sabrosas que se podían imaginar.
Los
niños al ver las flores sagradas y las frutas quedaron maravillados con su
belleza, y no sospecharon que la serpiente tenía intensiones perversas. Se
acercaron a ella guiados por su inocencia creyendo que era buena.
_____
¿De dónde has sacado estas flores tan hermosas y estas frutas tan deliciosas?,
bonita serpiente. Preguntaron los niños ignorantes de lo que pasaba.
_____
Las flores son un regalo de los animales de la selva para el rey de la gloriosa
ciudad dorada. Dijo la serpiente aprovechándose de la ingenuidad de los niños.
_____
¿Un regalo para el rey? Preguntaron los niños con emoción.
_____
Sí mis lindas criaturas, desde los bordes de la floresta observamos como
ustedes cubren el suelo por dónde camina el rey con pétalos de flores, y
también sabemos que con ellas elaboran aceites con los cuales perfuman su
cuerpo. Habló la lengua seseante de mentiras.
_____
Que gesto tan bueno de tu parte el darnos este regalo, con ellas adornaremos al
rey, y cuando vea lo hermosas que son se sentirá muy feliz. Dijeron los niños
llenos de alegría.
_____
Adelante mis bellos y deliciosos niños, coman las frutas y endulcen su sangre.
Decía la serpiente mientras rodeaba a los niños con su largo cuerpo, y seseaba
halagos con su lengua. Al tiempo que los imaginaba temblando de miedo. Los veré
llorar ante mí cuando el filoso cuchillo reclame lo que es mío, se decía. Y su
boca babeaba de sólo imaginar ese dulce sabor, la sangre de un niño no tiene
comparación pensaba.
Una
vez hubieron comido los niños se sintieron satisfechos, y dijeron a la
serpiente que irían a la ciudad a llevar las flores para el rey. Sentían que
jamás volvería a probar unas frutas tan dulces y jugosas como esas.
_____
Pues no pierdan tiempo y vayan a la ciudad y lleven las flores, y digan a las
personas que encuentren que elaboren con ellas perfumes para el rey, y guarden
otras para que cubran el suelo por donde él camina. Dijo la serpiente
escupiendo envidia y rencor al hablar.
_____
Gracias bonita serpiente de ojos dorados. Dijeron los niños mientras se
alejaban sonrientes con el regalo que llevaban al rey.
_____
De nada, contesto la serpiente mientras observaba con detenimiento los rostros
de los niños. Pues pensaba en el momento en que todo volviera a ser como antes,
y entonces vería a los niños llorar inmovilizados por el miedo en la piedra de
los sacrificios. Pensaba cuan dulce podía ser la sangre de esos niños
estúpidos. Ellos serán los primeros pensó, puede que las lagrimas agrien un
poco su sangre, pero igual debe conservar buen sabor se dijo a sí misma. Sí,
ellos serán los primeros, y se alejó silbando de vuelta a la fétida oscuridad
donde se sentía satisfecha.
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