domingo, 10 de junio de 2012

LA DANZA DE LAS SERPIENTES (parte II)


          He de aclarar que todo este asunto de la necesidad de adoración es cierto, los dioses sólo podemos existir si somos recordados, si estamos presentes en los pensamientos del hombre. De lo contrario caemos en el olvido y dejamos de existir. Cosa de la cual ya han sido victima la mayoría de nosotros, incluyendo a esta triste entidad que hoy habla con la intención de revivir pedazos de su memoria, y de no desvanecerme sin antes luchar. Hay eventos sobre el origen de las cosas que ya no recuerdo, como de dónde surgió la necesidad de los dioses por la sangre humana, la verdad ya mi memoria devastada es incapaz de recordarlo, pero sí de algo estoy seguro es que esto no es necesario para nuestra supervivencia, pero si forma parte un placer del que nada más recuerdo el gusto, así que no puedo explicar el origen de los sacrificios, sólo vienen a mí momentos de placer infinito y de gozo sin medida. Recuerdos, vagos recuerdos y nada más, experiencias de glorias pasadas, momentos gloriosos de días idos, es lo único queda al final. Nuevamente me pierdo entre los muros caídos del laberinto de mi memoria, y me desvío de mi objetivo, pero si a la final mi intención es revivir fragmentos de mí entonces no estoy desviado de mi camino. Recuerdo ahora que esta no es la primera vez que estuvimos amenazados por ser olvidados, aunque ahora si es la definitiva, de esta no escaparemos. Hace mucho tiempo serpiente emplumada tomó una serie de decisiones y desató una cadena de acciones que amenazaron con fuerza nuestra posición en el mundo. No recuerdo toda la historia, pero al menos creo poder contar lo suficiente para que mi relato sea coherente.

            Las serpientes aunque eran gemelas tenían características diferentes, una era oscura y poseedora de secretos como la noche, la otra luminosa y llena de gracia como el día. La serpiente negra gustaba de arrastrarse entre las sombras, y penetrar en los secretos del corazón del hombre. Serpiente emplumada o serpiente verdiazul como también se llamaba volaba por el cielo, deteniéndose a compartir con el hombre la sabiduría del universo.

En su amor por su creación, les enseñó el arte y la ciencia de la vida, les mostró como construir una ciudad gloriosa, y es así como bajo las ordenes de su señor serpiente emplumada los hombres construyeron la ciudad dorada, una ciudad hermosa de edificios de mármol con techos de oro, calles empedradas multicolores, maravillosos jardines y relucientes plazas, refrescantes estanques que reflejan la belleza que les rodea. La primera ciudad construida por el hombre siguiendo un diseño divino. Pero aún así él sentía que el hombre no debería ser un sirviente de los dioses, sin voluntad y sometido a sus caprichos.

Por esto una noche tomó una decisión, voló hasta el árbol del conocimiento en lo profundo de la selva, con su boca arranco una flor de cada color y voló de regreso a la ciudad de los techos de oro, y mientras sus habitantes dormían esparció los pétalos de las flores sobre ellos.  El sol salió como todos los días, pero al despertar los hombres sintieron que había algo diferente en ellos, sus ojos se abrieron y fue como si observaran el mundo por primera vez después de estar bajo un largo y profundo sueño. Algo en sus mentes había cambiado, ellos no sabían qué, pero ahora conocían la diferencia de las cosas, pensaban por sí mismos, y ya no seguían órdenes sin cuestionarlas.

A partir de ese día los hombres comenzaron a cuestionar los designios de los dioses, y no es que en sus corazones fuesen malagradecidos, o que su mente estuviera plagada de ingratitud, pero ahora tenían la capacidad de razonar gracias a la decisión de serpiente emplumada. Los dioses no entendíamos que pasaba, nos sentíamos desconcertados, pues el acto que dio el conocimiento al hombre había sido cometido en secreto oculto en la oscuridad de la noche, sólo yo como guardián de los árboles sagrados había visto a serpiente emplumada tomar las flores aquella noche, pero ignoraba que había hecho con ellas. Pero alguien más presenció los actos nocturnos que causaban descontento entre nosotros. Serpiente negra siempre oculta, sumergida entre su propia envidia y fetidez, había seguido a su hermano y había visto como había otorgado el conocimiento al hombre. Así que siguiendo la perversidad que guía sus actos, delató a serpiente verdiazul ante los dioses. Tal fue la irá que se desató entre nosotros por ese acto de traición que en conjunto decidimos expulsar a serpiente emplumada de la morada de los dioses, y prohibirle para siempre que volviera a habitar entre nosotros, pues está prohibido que el hombre toque parte alguna de los árboles sagrados. Como castigo enviamos una sequía que causara estragos y hambruna en la ciudad. Sin embargo las cosas no resultaron como se esperaba, en vez de irse al exilio, serpiente verdiazul decidió irse a vivir entre los hombres como uno de ellos, y con su poder hizo llover arrebatando a la humanidad de las garras del hambre. Y en nuestras mentes resonó el horror de una idea que acabó por torturarnos por todo la eternidad, entre nosotros y a una sola voz se oía el siguiente mensaje: vean que el hombre se ha vuelto como uno de nosotros pues se ha hecho con el conocimiento y la razón, no vaya ahora a tocar el árbol de la vida eterna porque vivirá para siempre.

Llegó a la ciudad caminando con la apariencia de un hombre joven y hermoso, los que lo veían pasar quedaban embriagados al ver ante ellos, a un hombre que caminaba en su desnudez con gracias y belleza, todos se rendían a los pies del aquel joven que caminaba con paso suave pero firme entre la multitud. Se dirigió al palacio del rey, pasó entre los guardias sin ser detenido y al encontrarse frente a él, el rey que estaba sentado en su trono dorado, adornado con oro y vestido de escarlata, llevando la tela púrpura sobre sus hombros, cayó de rodillas y dijo:

____ Quién eres tú que entras en mi palacio sin ser invitado, te presentas ante mi sin ser detenido si quiera por mis fieles guardias, y haces que todos quedemos rendidos a tus  pies victimas de tu belleza y encanto.

____ Soy aquel que desde las alturas siempre desciende entre ustedes para enseñarles el arte y la ciencia de la naturaleza, soy quien les dio el maíz que alimenta sus cuerpos, soy quien pintó su piel con cacao, soy uno de los que les dio palabras de vida a tus ancestros en el amanecer de los tiempos. Serpiente emplumada hablaba con voz suave, sus palabras parecían tener una especie de melodía que hipnotizaba a todos y los hacía quedar en una especie de trance.

____ Eres tú mi señor serpiente emplumada quien me hablas, dijo el rey en una especie éxtasis que se había apoderado de todo su ser. Pero cómo es posible que seas tú, si ante mi sólo tengo el cuerpo desnudo de un joven que irradia belleza.

____ Tranquilo mi amado rey, este que ves frente a ti soy yo tu señor serpiente emplumada, que en muestra de mi amor por el hombre he decidido venir a vivir como uno de ustedes.

            El rey quitando la purpura de sus hombros, la colocó a los pies de su señor, inclinó su cabeza, besó sus pies y dijo:

____ Si ahora eres un hombre como nosotros, entonces debes ser tú el rey y no yo. Coloco la purpura a tus pies porque no soy digno de colocarla sobre tus hombros, y mucho menos verte directo a los ojos.

____ Si es tu deseo que yo sea su rey así será, de ahora en adelante yo reinaré en esta ciudad, y mientras sea su rey no habrá dolor ni pena en el corazón del hombre. He venido a vivir entre ustedes para dar a sus vidas dicha y felicidad. Dijo serpiente emplumada, luego tomó al rey de los brazos y lo puso de pie.

____ Tu belleza no tiene comparación con la ningún hombre que haya caminado antes sobre la tierra. Dijo el rey aún aturdido por el éxtasis estar frente a un dios.

____ En eso no te equivocas mi amado hermano, así te llamo porque de ahora en adelante viviré como uno de ustedes. Pero que aquello que ves no deslumbre tus sentidos y nuble tu mente. Lo importante no es lo que ves frente a ti, sino lo que he venido a hacer por el bien de todos. Dijo aquel hombre al que sólo una tela púrpura sobre sus hombros cubría su cuerpo.

             A partir de ese día el nuevo rey comenzó a cambiar las cosas en la ciudad dorada, primero les dijo a sus habitantes que todos eran iguales, que ninguno debía elevarse por encima de otro. Pues todos están hechos de los mismos granos de maíz, y que como tal salieron de la misma tierra, que dio origen a todo lo que ahora les rodea. Luego estableció que aunque el hombre era producto de los dioses, pues él mismo había los había creado junto a su hermano serpiente negra, el hombre no era un sirviente de los dioses, ni tenía que alimentarlos con su sangre. Así que prohibió los sacrificios humanos.

             Esto causo un enojo aún mayor del que ya sentíamos hacia la serpiente emplumada. Ya no solo había liberado al hombre de nuestras ataduras, ahora lo había vuelto en nuestra contra y había prohibido lo que constituía nuestro principal placer. Es aquí donde debo hacer un capítulo aparte y contar como eran las cosas antes de que todo cambiara. Como ya he dicho la necesidad de los dioses por sangre humana eras más por placer y satisfacción que por supervivencia. En la ciudad dorada existía una pirámide escalonada de mármol blanco, y en lo alto de esta pirámide había un altar de sacrificios, en el cual los primeros siete días de cada mes los sacerdotes sacrificaban a cuarenta y nueve hombres jóvenes y fuertes. Siete jóvenes por día, eran acostados en la piedra de los sacrificios, una vez allí con sus cuerpos limpios y desnudos, eran sujetados por las piernas y brazos, mientras el sacerdote tomaba un cuchillo de obsidiana y lo insertaba en su pecho con tal velocidad y destreza que extraía sus corazones mientras estos aún latían goteando sangre, la pobre victima podía ver su corazón alzado latiendo en manos de su verdugo segundos antes de que decapitaran su cabeza, y la arrojaran por los escalones de la pirámide. Estos días durante los cuales el mármol se teñía de rojo por la sangre derramada, eran los más felices para nosotros. Aún recuerdo ver a serpiente negra flotar entre los humos de incienso que desprendía el incensario que contenía las brazas en las que se quemaba el corazón recién extraído. Flotaba entre el humo y entonaba el siguiente coro una y otra vez:

Quemada por la sed, la garganta arde,
Un sorbo de agua fría, el dolor puede que calme,
Pero es mejor, de la tibia sangre el sabor,
Que refresca cuerpo y espíritu, afinando la voz.

Bajo el reinado del dios hecho hombre la ciudad dorada prosperó, aumento su tamaño y belleza como ninguna otra ciudad en la historia del hombre podrá ostentar de nuevo. Todo marchaba bien en la tierra, un periodo de paz había llegado con el nuevo rey serpiente emplumada, quien a pesar de tener forma humana aún conservaba sus poderes divinos, por lo cual a pesar de los siglos seguía conservando su juventud y fortaleza, no envejecía ni enfermaba, el tiempo no marchitaba su hermoso cuerpo. Pero con el paso de los años comprendió que no era bueno permanecer entre los hombres para siempre, que debía dejarlos seguir su camino. Por lo que decidió dejar de beber el elixir de la vida eterna y envejecer con un hombre común, y dejar que los años destruyeran el cuerpo que durante siglos había sido objeto de admiración.

Para mantenerse joven y vivir para siempre bajo su apariencia humana, serpiente verdiazul bebía una vez al año el néctar de las flores del árbol de la vida, pero está prohibido que el hombre toque aunque sea la corteza de los árboles sagrados. Incuso él siendo un dios no podía tocar el árbol mientras estuviera en el cuerpo de un hombre. Así que serpiente emplumada debía pedir a los elementales del boque y de la selva que le dieran el néctar de las flores amarillas. Algo que a pesar del profundo rencor que sentíamos hacía él debíamos hacer, pues como dioses guardianes de la naturaleza estamos obligados a servir a aquellos que moran en el cielo, y aunque tuviera apariencia humana y se encontrara expulsado del cielo, serpiente emplumada seguía siendo un dios, y nosotros debíamos servirle.

Mucho tiempo estuvimos los dioses molestos por la prohibición de los sacrificios humanos, el ser privados del sabor de la sangre era algo similar al que siente un hombre si se le priva de placer de degustar un buen vino. Es algo inexplicable, pero, como olvidar ese sabor, ese olor que despide mientras aún esta tibia y fluida, esa sensación viscosa que produce en la boca al beberla, simplemente revitalizante. Indescriptible este placer me es, incomparable más aún, irrepetible ahora era, debido a serpiente emplumada que envuelta en su estupidez, al hombre guiado por un amor insensato intentó proteger.

Nada podíamos hacer, ahora él vivía ente ellos y ya no eran fáciles de manipular. Ninguno de nosotros era tan fuerte como para destruirlo. Largo tiempo estuvimos planeando la forma de apartarlo de la mente de los hombres, sin obtener resultado satisfactorio alguno, frustrados nos entregamos al fracaso, y a nuestro placer renunciamos para siempre. Hasta que sucedió algo que no esperábamos, y es que no existen fuerzas más destructivas en el universo como la envidia, el odio o el rencor. Y si hay alguien entre todos los dioses que puede acumular dentro de sí tales fuerzas, ese es serpiente negra, el humo negro que todo lo envuelve y que en los corazones oscuros penetra. Dueño de secretos, tramador de engaños, maestro de mañas y vicios. Hablar de él me hace recordar un poema que en los tiempos posteriores a la caída de la ciudad dorada, un poeta que en su juventud había visto a serpiente emplumada caminar como hombre sobre la tierra, compuso para recordar el trágico momento en el que la tragedia descendió sobre los hombres, y los años de oscuridad se abalanzaron sobre ellos cubriéndolos con un manto de pena y dolor. Si no recuerdo mal los versos iban de esta forma:

Desde la oscura y húmeda selva,
Una serpiente negra se arrastra,
Entre barro y hojas muertas,
La podredumbre y la fetidez le sacian.

Negra la piel, negra la faz,
Oscuro el corazón, la mente perspicaz,
Mentira y falsedad, la lengua sesea,
Envidia y rencor, de los colmillos gotean.

Silbando, silbando, la serpiente se va arrastrando,
A través de las llanuras, subiendo las montañas,
El valle observa ambiciosa, por las rocas va bajando,
Quien se cruza en su camino, cae presa de sus mañas.

El humo negro llega a la ciudad dorada,
Penetrando corazones, corrompiendo almas,
El señor oscuro, con la venganza planeada,
Escupe el veneno que emponzoña las aguas.

Una cosa la perversa serpiente desea,
Arrojar del trono a la serpiente emplumada,
Atrapar a todos en la oscuridad eterna,
A la ciudad dorada dejar devastada.

La serpiente gemela humo negro, odiaba y envidiaba tanto a su hermano humo blanco, que era lógico suponer que él planeaba la forma de destruir todo lo que éste había construido. Pues su corazón anhelaba más que ninguna otra cosa volver a flotar entre humos de inciensos y deleitarse con el sabor de la sangre humana. Así que halló la manera de hacer que serpiente emplumada se apartara de los hombres para siempre y que estos volvieran a nosotros como siempre había sido, y como siempre habría de ser.

Cada mañana el rey salía a la plaza central de la ciudad y desde allí saludaba y escuchaba a todos aquellos que quisieran hablar con él. Ya se había vuelto costumbre que cuando caminaba por la ciudad las personas arrojaran pétalos de flores delante de él para que sus pies no tocaran el suelo. También era costumbre que las personas al verlo pasar llevando sólo la tela púrpura sobre sus hombros, perfumaran sus pies, brazos y manos con aceites esenciales. Él se sentía un poco incomodo con este trato pero sabía que era una forma en que las personas le expresaban su amor y gratitud.

De esto se valió su oscuro hermano para llevar a cabo la venganza de la que todos fuimos cómplices. Sabiendo que los hombres tenían prohibido tocar cualquier parte de los árboles sagrados tramó engañar a serpiente emplumada para que éste bajo su apariencia humana tocara las flores del árbol de la vida.  Para ello nosotros los guardianes le entregamos flores amarillas en abundancia para que ejecutara su tenebroso plan. Usando artes oscuras cambió su apariencia para no ser reconocido y se transformó en una serpiente blanca de ojos dorados, se acercó a los límites de la ciudad y observó que unos niños jugaban cerca del rio. Cauteloso se aproximo a ellos para no asustarlos, y cuando estuvo a poca distancia de ellos colocó las flores en el suelo y los llamó dando silbidos al aire.

_____ Mis dulces niños acérquense a mí, hermosas flores he traído para ustedes hoy, para perfumar sus bellas figuras. Dijo la serpiente embustera

_____ Quién eres. Preguntaron los niños algo asustados.

_____ No teman, no les haré daño mis hermosos niños, mis lindas criaturas, deseo alegrar su día, endulzar sus deliciosos cuerpos,  vengan, jugosas y dulces frutas les ofrezco. respondió la serpiente mañosa. Vengo a  traerles regalos, y con su cabeza empujó las flores hacia ellos, e hizo aparecer las frutas más sabrosas que se podían imaginar.

Los niños al ver las flores sagradas y las frutas quedaron maravillados con su belleza, y no sospecharon que la serpiente tenía intensiones perversas. Se acercaron a ella guiados por su inocencia creyendo que era buena.

_____ ¿De dónde has sacado estas flores tan hermosas y estas frutas tan deliciosas?, bonita serpiente. Preguntaron los niños ignorantes de lo que pasaba.

_____ Las flores son un regalo de los animales de la selva para el rey de la gloriosa ciudad dorada. Dijo la serpiente aprovechándose de la ingenuidad de los niños.

_____ ¿Un regalo para el rey? Preguntaron los niños con emoción.

_____ Sí mis lindas criaturas, desde los bordes de la floresta observamos como ustedes cubren el suelo por dónde camina el rey con pétalos de flores, y también sabemos que con ellas elaboran aceites con los cuales perfuman su cuerpo. Habló la lengua seseante de mentiras.

_____ Que gesto tan bueno de tu parte el darnos este regalo, con ellas adornaremos al rey, y cuando vea lo hermosas que son se sentirá muy feliz. Dijeron los niños llenos de alegría.

_____ Adelante mis bellos y deliciosos niños, coman las frutas y endulcen su sangre. Decía la serpiente mientras rodeaba a los niños con su largo cuerpo, y seseaba halagos con su lengua. Al tiempo que los imaginaba temblando de miedo. Los veré llorar ante mí cuando el filoso cuchillo reclame lo que es mío, se decía. Y su boca babeaba de sólo imaginar ese dulce sabor, la sangre de un niño no tiene comparación pensaba.

Una vez hubieron comido los niños se sintieron satisfechos, y dijeron a la serpiente que irían a la ciudad a llevar las flores para el rey. Sentían que jamás volvería a probar unas frutas tan dulces y jugosas como esas.

_____ Pues no pierdan tiempo y vayan a la ciudad y lleven las flores, y digan a las personas que encuentren que elaboren con ellas perfumes para el rey, y guarden otras para que cubran el suelo por donde él camina. Dijo la serpiente escupiendo envidia y rencor al hablar.

_____ Gracias bonita serpiente de ojos dorados. Dijeron los niños mientras se alejaban sonrientes con el regalo que llevaban al rey.
_____ De nada, contesto la serpiente mientras observaba con detenimiento los rostros de los niños. Pues pensaba en el momento en que todo volviera a ser como antes, y entonces vería a los niños llorar inmovilizados por el miedo en la piedra de los sacrificios. Pensaba cuan dulce podía ser la sangre de esos niños estúpidos. Ellos serán los primeros pensó, puede que las lagrimas agrien un poco su sangre, pero igual debe conservar buen sabor se dijo a sí misma. Sí, ellos serán los primeros, y se alejó silbando de vuelta a la fétida oscuridad donde se sentía satisfecha. 

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